Es fácil hacer un artículo deseando a
todos que las cosas mejoren, que la humanidad vuelva a primar por
encima de todo, -si es que alguna vez lo hizo-, que el año que viene
a todos nos vaya mejor, y así hasta el infinito. Sin embargo 2013 no
difiere para nada de este, más que en el espejismo de nuestra mente,
ese mismo donde dibujamos imaginadas fronteras y trazamos nuevos
paisajes que sólo tienen la consistencia que plasma una ancestral
subjetividad.
Este periodo que se nos echa encima sí
tendrá, empero, un disfraz un poco diferente. Dicen que viene de
fábrica con los jirones del miedo como adorno, le falta una manga y
su color es indefinido. Algunos afirman que tiene tal guisa, medio
roto y sin luces, a resultas de tantas peleas y odios, otros que
simplemente es cosa de la moda, algo pasajero. No sé. En mitad de
una vorágine por donde se despeñan a diario familias, personas,
ilusiones y alegrías, no nos queda por más que tratar
desesperadamente de vestirlo con cierta dignidad, con prestancia y
altivez si se tercia, y rezar para que nadie nos lo quite en un
descuido, dejándonos desnudos y en evidencia en medio de una feroz
jauría.
Desde aquí, desde estas humildes
páginas digitales, trataremos de burlar todos los envites;
seguiremos apostando por una humanidad plena de banderas multicolores
y voces, y soñaremos, por ende, con un día en que todas las
creencias confluyan en paz por este cauce en el que discurrimos.
Cuentan que el río de la vida, ese que parece que no cesa, tiene
orillas menos amargas.
Gracias por estar ahí. JMRM