miércoles, 24 de junio de 2009

DIÁLOGO DE SORDOS


Y usted, ¿qué cree? ¿Opina que la vida es un caos regido por el azar, que el orden de las cosas sólo encuentra tal derrotero en aras de nuestro pensamiento, que sin éste último las cosas no serían las mismas, y así el razonamiento se disiparía dejando paso a un orden natural regido por esa maquinaria invisible pero perceptible que rige ese universo disperso, pero a su manera organizado? ¿Sería el sol o las estrellas lo que son si no las interpretáramos? ¿La muerte es realmente lo que parece o es sólo un maldito paripé de las células?
Las preguntas me las lanzó ayer un indigente cuando me apresuraba hacia el Corté Inglés para que Aznar le firmara su libro a mi mujer -por cierto la que sale en la foto, tan guapa como siempre-. Iba enfundado en un abrigo de lana pese a las altas temperaturas -el indigente, claro- a pesar de que ya había asomado el cogote el solsticio de verano. Hice un alto en el camino y le espeté: No lo sé, pero creo, sinceramente, que vivimos un sueño dentro de otro sueño, y que éste lo fabrica alguien que no somos nosotros.
El mendigo se quedó un instante en silencio. Luego, pausadamente, me dijo: Es usted el único que me ha dado en la vida una respuesta razonable.
Antes de perderse de vista me lanzó un saludo con la mano. Observé que bajaba la cabeza mientras se alejaba, como si intentara ordenar bombeando más sangre a sus sienes lo escuchado.
Cuando salí del Corte Inglés, con mi libro bajo el brazo, busqué infructuosamente a esa persona. Si la hubiera encontrado le hubiera dicho que si quería conocer todas las respuestas tan sólo tendría que cruzar el umbral de los grandes almacenes, y las conseguiría. Le hubiera bastado con hablar con cualquiera que arropaba al ex presidente para comprender que todo es inútil: que el fallo no radica en las contestaciones, sino en las preguntas.

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