viernes, 31 de julio de 2009

EL FUEGO DE ETA EN PALMANOVA


La banda terrorista Eta ha golpeado hace apenas diez horas a la capital veraniega de la monarquía constitucional, desafiando las medidas de seguridad que en estas fechas extreman en estos lares las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Estado. Y lo ha hecho en el centro neurálgico del turismo, a pleno día, sembrando el caos y el terror, sin importarle un ápice que Palmanova -situada en el término mallorquín de Calvià- bulla en estos días con miles de británicos en sus calles. Eran cerca de las dos de la tarde cuando una bomba lapa hacía explosión en los bajos de un Nissan Patrol de la Guardia Civil, matando en el acto a sus dos ocupantes, dos jóvenes agentes. Milagrosamente en la zona, muy concurrida, no ha habido que lamentar más víctimas.
Pretendían hacer lo propio apenas unos metros más allá, en unas viejas instalaciones de un cuartel de la Benemérita hoy semi abandonado, aunque en esta ocasión la bomba ha sido localizada antes de que alguien encendiera el motor del vehículo aparcado en sus cercanías, y activara la mortífera carga. El golpe, sin embargo, ha sido doble: por un lado se han cargado la imagen de que Mallorca era invulnerable con su Mediterráneo a modo de escudo y, por otra, han averiado sine die el motor económico de esta isla: el turismo. Renqueante como ya estaba por los avatares de la crisis y la amenaza de la pandemia de la Gripe A, el atentado acaba de dar la puntilla final.
Va ser muy difícil reparar el daño psicológico, remontar una temporada que este agosto en ciernes se presentaba ya aciaga para el sector y, lo que es peor, ha puesto en solfa, una vez más, el error de la política antiterrorista aplicada por Zapatero tras su fracasado intento de diálogo con la banda. Sus reiteradas mentiras tras la explosión en la madrileña terminal aeroportuaria T4 -tras haber anunciado el cese de las negociaciones cuando en esas fechas aún se mantenían los contactos- vienen a sumarse a su larga lista de despropósitos y errores, aunque no fue esa más que otra piedra angular sobre la que resbala un proceso irreversible en el que nadie vislumbra solución alguna.
Eta, desalojada de sus áreas de poder en el País Vasco tras el bipartido PP-PSOE, está rabiosa. Ilegalizados sus partidos satélites, sin poder arrimarse ya a la sombra del PNV cuando la cosa está que arde, descubiertos antes de poder amparse en los vericuetos del Parlamento Europeo en Estrasburgo, no les queda otra que seguir azuzando el fuego del independentismo allí donde más duele.
Esta tarde el miedo flotaba en Palma, en sus alrededores, en cada rincón. Los controles policiales por doquier nos han recordado a todos lo vulnerables que somos, lo mal que van las cosas en este pobre país, lo inútiles que son nuestros políticos y la certeza, una vez más, de que si no estuviéramos en la Unión Europea España sería otro corralito argentino.
Así no se puede seguir. El desmembramiento del mal llamado Estado de Derecho es harto evidente, y urge cambiar de dirección para tratar de aplastar con firmeza todas estas lacras que nos llevan a la deriva hacia el desastre más absoluto.
Lo malo, al menos en lo que atañe al terrorismo, es que es imposible luchar contra el peor enemigo al que uno puede enfrentarse: una idea. No tiene entidad, es abstracta, no se la puede asir y ahogar y, por lo tanto, es invencible. Siempre resurgirá desde las pantanosas ciénagas en que chapotean políticos sin escrúpulos, esa gentuza a la que sin ambages calificaba no hace mucho el escritor Pérez Reverte para escándalo de pocos y aplauso de muchos.
Mallorca también está herida de muerte.

miércoles, 29 de julio de 2009

EL SONIDO QUE HUYE


En la soledad del propio corazón se oye cada noche cómo late el silencio, los últimos ecos de un crepúsculo que aún crepita, el sonido que hacen las horas cuando sucumben, y cómo se acerca con sus pasos de nube el lejano grito del día.
Entre los vacíos de ese pálpito van cayendo los sueños desde la luz inoportuna de la vida sobre el reflejo de la nostalgia, allí donde todas las lágrimas dejaron su huella, como si fueran ahora las estrellas de un pequeño firmamento hecho añicos.

jueves, 16 de julio de 2009

OTRA ODIOSA PARADOJA

El paso del tiempo tendría que ir parejo con un envejecimiento de los sentimientos y, en consecuencia, tornarse éstos menos vivos, hasta llegar a diluirse alguna vez en el recuerdo. Mas no es así. Mientras que las células van desapareciendo, desgastándose, y por ende la energía va cada vez a menos a la par que el cuerpo se nos arruga como queriendo recordarnos los surcos de la vida en los que hemos tropezado, a ellos les trae sin cuidado el proceso, y van 'rejuveneciendo' para desesperación de muchos y consuelo de pocos. Se torna así la vida más triste cada vez, y todos aquellos que alguna vez soñamos que estaríamos más tranquilos pasado el ecuador de la existencia, nos despertamos cada día con una realidad multiplicada, tanto en lo bueno como en lo malo.
Este nerviosismo existencial, alimentado por todos los disgustos habidos y por haber, está además ayudado paradójicamente por un cansancio crónico que se enaltece día a día, y contra el que hemos de luchar con todas nuestras defensas bajo mínimos. A este fenómeno ha contribuido la hartura de tantos años trabajando, tantos desengaños, toda esta retahíla de desgracias asociadas a un devenir que sólo unos afortunados han encontrado divertido e interesante. Expulsados del paraíso de la infancia, desterrados de una adolescencia que se las prometía eterna, la madurez nos trae de esta forma este regalo en forma de cruz: unos sentimientos que no quieren ser viejos, y que se empeñan en vestirse cada nueva jornada con renovados bríos para seguir combatiendo, lo más apuestos posibles, en esa guerra que nos hemos labrado, y en donde no hay tregua posible. ¿A alguien le queda ya valor para desertar?

viernes, 10 de julio de 2009

A SAN FERMÍN LO DECAPITARON

En el lamentable guión que desarrolla el pueblo español en sus más arraigadas fiestas populares, ya desde el medioevo, existe siempre hueco para que los animales interpreten un decadente papel como obligados comparsas. Con el sufrimiento de éstos últimos emerge una inmisericordia atávica cuyos abalorios son la incultura y la crueldad más descarnada, lo que ayuda a que la película sobre la historia de este país esté aún más teñida de sangre.
Las fiestas de San Fermín son claro ejemplo de ello, mal que les pese a algunos, empeñados como están en que esta tradición navarra -por mor de un díscolo santo decapitado en el siglo III- sea ejemplo de concordia y buen hacer. Nada más lejos de la realidad.
A mí todo lo que tenga que ver con el padecimiento de cuadrúpedos, bípedos, palmípedos o demás seres de la naturaleza de distinta clasificación y condición, enmarcados fuera de la especie humana, -y algunas veces dentro de ella- me espeluzna. Hace escasamente unas horas un toro, llamado Capuchino, ha matado de una cornada en el cuello a un madrileño de 27 años que corría delante de los morlacos y que ha tenido la mala suerte de caer en el sitio más inoportuno. En el telediario de la Sexta, que no he tenido más remedio que ver porque a esa hora en que me sentaba no había otra opción, han presentado al causante del fallecimiento como a un "animal ávido de sangre", en otro alarde de estupidez informativa por cierto muy acorde con los tiempos que ahora vivimos en España, y en donde desde luego no hay lugar para discrepar de todo lo que tenga que ver con colectivos, masas, y mucho menos contra aquellos que rigen su comportamiento bajo la batuta de un proguesismo ideológico que ha sido impuesto a fuego por la izquierda más recalcitrante. Aunque no sea este último caso paradigma de lo expuesto a modo de coletilla, sí es cierto que tal apreciación viene al pelo para rubricar lo subrayado al principio del post. Y es que siempre hace falta un apuntador por si a alguien se le ocurre pensar por sí mismo.
Las fiestas de San Fermín, al menos en lo que se refiere al tema de los toros corriendo asustados por las calles, son de juzgado de guardia. Por mucho que Hemingway se empeñara en su día en verle su lado poético medio trompa, a mí no me cuela que tal celebración haya de convertirse por narices en algo que deba ser respetado y venerado. Hasta aquí podríamos llegar. Ya está bien de tanta tomadura de pelo y tanta tontería. Al menos, con el fútbol, ese deporte donde se pone también de relieve lo estúpida que puede llegar a ser la gente, los aficionados no mueren medio decapitados y los animales no sufren. Bueno, algunos sí...los aficionados del equipo perdedor.