viernes, 21 de septiembre de 2012

POR UNA RENOVACIÓN BALEAR

Baleares sufre una convulsión social sin parangón. El ciudadano, convertido en mero comparsa de los políticos, asiste entre atónito y furibundo a una gestión que avanza a trompicones hacia el abismo del desastre. Se tambalean a su paso todas las convicciones y las confianzas depositadas, dibujándose sobre sus huellas las fisuras de unos cimientos humanistas sobre los que se construyeron todos y cada uno de los principios fundamentales.
El modelo político y económico hace aguas también en esta comunidad. Bracean así por salir a flote los náufragos de la lengua catalana, los desheredados de la construcción, los inmigrantes que lideraron en su día el ranking nacional de afiliados a la Seguridad Social, los empresarios que con el salvavidas de la subvención pública chapoteaban entre los medios de comunicación, salpicando como niños consentidos a todo aquel que osara replicar… El eco de esos tiempos se torna ahora en un grito de socorro al que todos hacen caso omiso, ocupados como están en nadar hacia la orilla donde rompen todas las súplicas. Sólo se columbran las sombras que emanan de conductas arteras y sibilinas.
El hartazgo de la corrupción ha dejado paso a una difícil digestión. El PP balear se ha atracado demasiado pronto de poder. Las decisiones de partido no encuentran en muchas ocasiones más hueco que el decreto ley, y el olvido de la persona como tal es práctica habitual. El que se mueve no es que no salga en la foto, sino que se le echa, simplemente, con tapujos, pero se le despide. El paripé recurre a la frase que se impone como moda: Dimisión por decisión propia. Pamplinas.
La sociedad sólo importa a la hora de votar. Pero eso ya no nos vale. Urge recuperar el protagonismo civil, no sólo ante las urnas, sino ante el mismo Parlamento. La representatividad donde convergen todas las protestas y todos los anhelos no debe quedarse en reuniones de vecinos, en tertulias de taberna, en conversaciones de sobremesa, en exabruptos nocturnos iluminados por la Luna, o en
las redes sociales donde las ideas se quedan atrapadas como en una tela de araña esperando ser devoradas por el olvido. Las reformas sólo pueden hacerse desde dentro, sí. Por eso hace falta una renovación balear en todo ámbito, para rehabilitar no sólo a las minorías que han sido relegadas, sino a nuestra propia conciencia.

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